martes, 1 de noviembre de 2011

¿Pero de donde provenían los libros prohibidos?



Con toda esta vigilancia tan extrema por parte las autoridades civiles y eclesiásticas, existía un intenso contrabando de libros, y la técnica más frecuente para contrabandear era pasarlos en barricas de vino, toneles de fruta seca o en cajas de doble fondo.


El riesgo valía la pena pues si obtenían pasarlas era seguro  que esta mercancía, por ser codiciada seria pagadas a muy buen precio es por eso que ante la demanda surge la oferta.



Y  estos productos llegaban a Veracruz donde un comisario  abordaba las naves en San Juan de Ulúa, y mientras se revisaban los pasaportes de los pasajeros y marinos, los comisarios buscaban libros prohibidos en los equipajes.

Estos tenían como principal función hacer un inventario de los libros encontrados y los enviaban a la aduana. Una vez en sus manos las obras eran examinadas y se regresaban a sus dueños si no aparecían en la lista. Los libros que no se autorizaban se confiscaban y posteriormente se investigaba a sus dueños.


Dentro de estas prohibiciones los libros que eran ocultados durante las inspecciones tiempo después  formaban parte de colecciones particulares  o  institucionales lo cual refleja el interés de la sociedad novohispana por el conocimiento y la cultura.

Es importante destacar que en las bibliotecas de esa época si dentro de su acervo contaba con libros prohibidos o expurgados, se les colocaba en estantes separados, enrejados y con la indicación "son de los prohibidos". A este grupo de libros y estantería se le llamaba "el infierno". Sólo podían ser consultados por el Prior o el Rector del colegio, o por aquellos usuarios que lograban un permiso especial.

Para el siglo XVI ya existían algunas bibliotecas como son: la Biblioteca del Convento de San Francisco, Biblioteca de Tiripitío en Michoacán, Biblioteca del Colegio de San Juan, Biblioteca del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, Biblioteca del Colegio de San Ildefonso, Biblioteca del Colegio de San Pablo, Biblioteca del Colegio del Carmen de San Ángel, Biblioteca de la Real y Pontificia Universidad de México, etc. La finalidad de las bibliotecas era complementar la educación de los alumnos de los colegios a los que pertenecían.

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